En total se realizaron más de 26.000 entrevistas a población adulta de 16 a 74 años de edad, excluyendo a las personas mayores de 74 años, porque por encima de esa edad el porcentaje de población inmigrante residente en España es muy pequeño.
El profesor Enrique Regidor, director de la investigación y profesor del Departamento de Medicina Preventiva de la Universidad Complutense, aseguró en la presentación del estudio que los resultados obtenidos “son extrapolables al resto de las autonomías”.
No se detectaron muchas diferencias entre la población inmigrante y la española en el número de veces que acudían a la consulta del médico general o eran hospitalizados. Aunque ocurre lo contrario con el médico especialista y los servicios preventivos, ambas prestaciones son utilizadas con mucha menor frecuencia por la población inmigrantes que por la española.
A juicio del director de esta investigación, estos resultados podrían deberse a la existencia de diversas barreras de acceso a los servicios sanitarios como es el entramado administrativo o razones culturales, religiosas o lingüísticas.
Pero, también, apunta Regidor puede deberse al sesgo del inmigrante sano, ya que “los sujetos que emigran están más sanos que los que se quedan en sus lugares de origen”.
El estudio señala que existen algunas excepciones al patrón general, como es la excesiva utilización de los servicios de urgencias por lo inmigrantes procedentes de América Central y del Sur. En algunos sitios como en la Comunidad Valenciana, la población porcedente de países ricos utiliza más los servicios del dentista y otros especialistas privados.
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